PADRES

Maritchu Seitún: "No poner límites a los niños los debilita en vez de fortalecerlos"

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EXTRACTOS DE LA LEY DE RECONOCIMIENTO DEL PROFESORADO COMO AUTORIDAD PÚBLICA Y DEL DECRETO DE CONVIVENCIA EN EL CENTRO

eva romero

LUNES, 23 ENERO 2017 13:01           

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CONFERENCIA DEL JUEZ DE MENORES EMILIO CALATAYUD
 
TU HIJO DEJARÁ DE TENER RABIETAS CUANDO LE DIGAS ESTO

Evita que tu hijo te manipule, utiliza estas cuatro frases.
Pocas cosas me molestan cuando voy a una tienda, que encontrarme con un niño gritando y pataleando para que la madre o el padre le compre algo. Y no es el escándalo lo que me molesta, sino ver la inhabilidad de esos padres para criar a sus hijos. Porque si de pequeños se acostumbran a que con una pataleta consiguen lo que quieren, ¡como adultos serán un dolor de cabeza para la sociedad!
Así que si estás lidiando con un pequeño tirano que quiere obligarte a hacer su voluntad a cualquier precio, estas frases lograrán que deje las rabietas cuando quiere algo.
1 “Ya te respondí”
Los niños son muy creativos, no solo en sus juegos, sino en manipularnos para salirse con la suya. Así que cuando tu hijo te pida que le compres algo como por ejemplo una barra de chocolate, y tú no quieras comprársela, utiliza el siguiente diálogo como modelo.
Hijo: Mamá, ¿me compras chocolate?
Madre: Hoy no, cariño.
Hijo: Pero tengo ganas de comer chocolate.
Madre: Ya te respondí.
Hijo: Mis amigos siempre pueden comer chocolate.
Madre: Ya te respondí.
Hijo: Pero yo nunca como chocolate.
Madre: Ya te respondí.
El niño puede seguir hasta el infinito, pero la madre se adhiere a esa única frase. De esta manera evita ser manipulada, y en algún momento el niño se aburrirá.
2 “No vamos a discutir esto”
Hija: Mamá, ¿puedo quedarme en casa de Patricia esta noche?
Madre: Hoy no, cariño.
Hija: Por favor…
Madre: No vamos a discutir esto.
Hija: Pero a Claudia su mamá la dejó…
En ese momento te das media vuelta porque, como ya lo dijiste, no vas a discutir eso.
3 “Esta conversación se terminó”
Es una variante del ejemplo anterior. En cuanto dices que no y tu hijo vuelve a la carga con una estrategia para hacerte cambiar de parecer, le sueltas la frase “esta conversación se terminó”, te das media vuelta y das por finalizada la charla. En caso de que insista, puedes seguir repitiendo “esta conversación se terminó” o “ya te respondí” hasta que se canse y se dé por vencido.
4 “La decisión está tomada. Si vuelves a mencionarlo habrá consecuencias”
Esta es una de mis frases favoritas, especialmente cuando el niño es muy insistente. Tomemos como ejemplo la conversación anterior:
Hija: Mamá, ¿puedo quedarme en casa de Patricia esta noche?
Madre: Hoy no, cariño.
Hija: Por favor…
Madre: La decisión está tomada. Si vuelves a mencionarlo habrá consecuencias.
Hija: Pero a Claudia su mamá la dejó…
Madre: Te dije que no volvieras a mencionarlo. Ahora no podrás usar la computadora por el resto del día. Y si vuelves a mencionarlo habrá más consecuencias.
Hija: ¡Eres tan injusta! Nunca me dejas hacer nada divertido.
Madre: Te dije que no volvieras a mencionarlo. Ahora no podrás usar la computadora por el resto del día y te quitaré el móvil hasta mañana. Y si vuelves a mencionarlo habrá más consecuencias. Sé que requiere nervios de acero y ponernos una coraza alrededor del corazón. Pero créeme: le estarás haciendo un bien. Porque el resultado de ser padres demasiado permisivos, son hijos descontrolados
¿Su hijo se porta mal? Pruebe Disciplina Positiva

      La base de este método son las relaciones de respeto mutuo.
Es un modelo firme y amable que evita los castigos y hace sentir al niño importante, valioso y parte de su entorno.
      ¿De dónde sacamos la loca idea de que para que un niño se porte bien primero tenemos que hacerle sentir mal? Ellos actúan bien cuando se sienten bien", reflexiona en repetidas ocasiones Jane Nelsen, cocreadora de la metodología Disciplina Positiva, cuando habla acerca de los métodos empleados comúnmente para tratar un mal comportamiento en los menores. Ésta y otras muchas reflexiones se escucharon directamente de esta gurú de la educación y autora de más de 20 libros sobre disciplina y crecimiento personal tan sólo hace unos días en Madrid en la conferencia 'Disciplina Positiva. Desarrollando niños y jóvenes competentes', organizada por el centro educativo Joyfe. 
      "Lo hemos intentado todo", le suelen decir algunos padres ante la conducta desobediente de sus retoños, a lo que la autora pregunta "pero, ¿qué habéis intentado?". La mayoría de las respuestas seguía una misma línea: sermones, gritos, regañinas, cachetes, castigos, eliminar privilegios, premios, regalos... La conclusión de Nelsen iba siempre a parar al mismo sitio: "Si lo habéis intentado todo, ¿por qué continuáis? y, ¿por qué no probáis otra cosa? ¿Quién es el niño, entonces?".
      La Disciplina Positiva se diferencia de la convencional en que es efectiva a largo plazo. Es mucho más que modificaciones de conducta puntuales que no calan a la larga en el niño. Está basada en los trabajos del doctor Alfred Adler y el psiquiatra infantil Rudolf Dreikurs realizados en los años 20, cuya idea principal giraba en torno a formar a los padres para que pudieran educar adecuadamente a sus hijos, poniendo el foco en una relación basada en el respeto y el amor y en la que se tenía en cuenta cómo se siente el niño. Pero fue en los años 80 cuando Jane Nelsen, junto a Lynn Lott -fundadoras de la Asociación Americana de Disciplina Positiva-, estableció unos principios y herramientas.
      Así, este modelo educativo propone el respeto mutuo y la cooperación como ejes vertebradores de la relación padres e hijos. Es amable y afectiva, pero firme a su vez. Busca entender el comportamiento del niño para guiarle en su camino, dándole la oportunidad de resolver por él mismo un error o que tome conciencia de una actitud equivocada, sin caer en luchas de poder. En este sentido, huye de la disciplina punitiva, basada en castigos hirientes y poco constructivos que provocan sentimientos de resentimiento o venganza. Tampoco premia o recompensa. Es un enfoque que no incluye ni el control excesivo ni la permisividad.
      Pero, ¿los niños qué asimilan? Deseo de cooperar y contribuir, comunicación y habilidades para la resolución de conflictos, motivación para aprender, participación, responsabilidad, autodisciplina, flexibilidad... "¿Les gustan estos valores para sus hijos?", preguntaba Jane Nelsen al auditorio antes de empezar a compartir algunas de las herramientas de este método, porque "no hay padres perfectos, necesitamos formarnos para desenvolvernos en la tarea de educar".
Algunas herramientas básicas
1. Amabilidad y firmeza juntas evitan el autoritarismo y la permisividad. Cuando no surtan efecto ofrezca opciones. "Sé que quieres jugar a los videojuegos pero tu tiempo terminó. Podemos dejarlo o la tendré que guardar". 
2. Conecte emocionalmente antes de corregir al niño. "Te quiero, pero la respuesta es no". 
3. Reuniones familiares. Fomentan la cercanía y la cooperación de toda la familia. Se trata de buscar soluciones, compartir sentimientos y debatir, con respeto y sin buscar culpables, los asuntos que han ido surgiendo. 
4. Preguntar en lugar de dar órdenes potencia el desarrollo de un pensamiento propio en el niño. "¿Qué tienes que hacer para que no se te piquen los dientes?", frente a "lávate los dientes". 
5. Confiar en el niño le ayuda a creer en sí mismo. "Veo que no es fácil, pero creo que si lo intentas otra vez puedes lograrlo". 
6. Motivación. Un niño que se porta mal es un niño desmotivado, que no se cree aceptado o valorado. 
7. Evite consentir en exceso para que no desarrolle la creencia de que se debe hacer todo por él. Si el niño se identifica con "yo soy capaz", se siente más preparado para afrontar las dificultades. 
8. Cálmese antes de tratar de solucionar un conflicto. Es mejor esperar a que el ambiente sea más tranquilo y se haya recuperado la capacidad de razonar.
9. El ejemplo es la mejor enseñanza que recibirá su hijo. ¿Si usted no maneja su conducta, considera que el niño lo hará? 
10. Cumpla con lo que dice o de lo contrario el niño aprenderá que no tienen valor sus palabras. 
11. Exponga qué hará y no entre en luchas de poder. "Cuando la mesa esté puesta, serviré la cena". 
12. Valore las conductas positivas y los logros. "¡Qué bien y qué rápido te has puesto la ropa hoy!".
13. Ante los berrinches trate de pedir un abrazo a su hijo con la excusa de que usted lo necesita. El resultado puede ser sorprendente. 
14. Ayudar en casa. El niño se siente integrado, desea contribuir y desarrolla nuevas habilidades y capacidades.
15. Mire a su hijo a los ojos cuando le hable. Sólo en ese momento en el que haya establecido contacto visual comience a conversar. Es más factible que escuchen de este modo que si les lanzamos las órdenes a gritos o desde la otra punta de la habitación.

HIJOS MANDONES – SÍNDROME DEL EMPERADOR
     Desde hace no mucho más de una década comenzaron a surgir en diferentes ciudades del mundo niños que se erigen como los jefes indiscutidos de la familia. Son quienes eligen qué se come, dónde se vacaciona, qué canal de televisión se ve, los horarios para dormir y demás actividades de la familia. Amenazan, pegan, agreden psicológicamente a sus padres y parecen no haber desarrollado la empatía (habilidad para saber qué siente el otro) ni ser capaces de experimentar emociones morales como la compasión o la culpa.
      Se trata del fenómeno llamado “Síndrome del Emperador”, haciendo referencia a un tipo de vínculo entre niños y tutores, en el cual los niños hacen de sus caprichos ley, y quien no obedezca paga las consecuencias de sus agresiones y tortuosos berrinches. Es una pauta interaccional donde los niños aprenden a controlar a los adultos, logrando que obedezcan y cumplan sus exigencias. Son fáciles de reconocer pues se caracterizan por ser egocéntricos y poseer muy baja tolerancia a la frustración (que, por cierto, no pasa inadvertida). No parecen haber aprendido a auto-controlarse o auto-regular sus emociones y saben a cabalidad los tiempos de los padres, a quienes fácilmente manipulan amenazándolos o esgrimiendo argumentos cambiantes.
      Algunos investigadores destacan causas genéticas para este síndrome. Sin embargo, una postura menos reduccionista y más comprensiva de los cambios sociales recientes –a la cual adhiero- señala que esto se debe a modificaciones a nivel familiar y social, más precisamente, a adultos que no ponen límites en forma adecuada y no ya por culpa de los niños. Por ejemplo, hoy todos somos testigos de que muchos padres no tienen el tiempo ni la firmeza necesarios para educar y poner límites a sus hijos. Las exigencias económicas los obligan a ausentarse de sus hogares, generando en ellos hábitos culpógenos tendientes a ceder y sobreproteger a sus hijos, consintiéndolos en todo. Por otro lado, se puede observar una carencia de hábitos familiares afectivos: las pantallas se han interpuesto haciendo que se pierda el contacto corporal propio de actividades como jugar y cachorrear con los hijos. 
     A nivel social, en general, se abriga una actitud permisiva que fomenta el egocentrismo infantil. Quizá por miedo al autoritarismo padecido por muchos adultos, no nos permitimos ejercer la autoridad, que –distinta al autoritarismo– es sana y necesaria para el adecuado crecimiento de los niños. Por otro lado, la televisión institucionaliza una sociedad de consumo que  legitima valores hedonistas y exigencias de “pasarla bien” y hacer lo que deseemos en todo momento sin que nada ni nadie –y mucho menos obligaciones de ningún tipo– se interpongan. Se ponderan exigencias adquisitivas y privilegios excesivos, sin considerar responsabilidades ni valorizar el compromiso con metas que requieran un esfuerzo.
      Padres dudosos les enseñan a sus hijos –erróneamente– que todos los límites son negociables, permitiéndoles “pulsear” en todo, mediante berrinches, agresiones físicas o la infalible artillería pesada de los “ábrete sésamos” que declaran a viva voz que sus padres NO son buenos o amenazan con dejar de amarlos. Como si fuese poco, colapsa el sistema educativo, pues estos padres que cedieron toda autoridad no pueden ser el aval de la autoridad de los maestros (como siempre lo fueron), dejándolos desamparados en la tarea de enseñar y educar (que, por cierto, implica poner límites) e incluso recriminándoles cuando les enseñan a los pequeños alumnos lo que no deben hacer.
Cuando estos niños alcanzan la adolescencia consideran descabellado obedecer o respetar a sus padres y maestros, y entienden que lo lógico es que les obedezcan a ellos. Así  llegan incluso a agredir físicamente a sus padres. En efecto, son numerosas las denuncias en comisarías por ataques de este tipo. Las estadísticas demuestran que son las madres las principales víctimas de este síndrome, que se da mayoritariamente en familias uniparentales.
      Tanto desde la ingeniería como desde la psicología sabemos bien que el secreto está en invertir en buenos cimientos. Para tener niños, adolescentes y adultos sanos debemos comenzar justo ahí, en las bases, en la primera infancia. Aunque pueda parecer difícil, es más simple y “económico” comenzar dando amor, poniendo límites firmes, permitiendo que tengan pequeñas frustraciones para que aprendan a tolerarlas, enseñándoles a comprometerse y esforzarse en pos de sus metas… Los beneficios de los esfuerzos invertidos en esta etapa se cosecharán más tarde en la vida. 
Extracto del libro “Descubriendo mis emociones y habilidades – 2da Edición” – Lic. Lucas J.J Malaisi

Eva Millet: "Dejemos de preguntárselo todo a los niños, la familia no es una institución democrática"
Periodista, autora de 'Hiperpaternidad' (Plataforma Actual). A raíz del nacimiento del primero de sus dos hijos, la periodista Eva Millet empezó a especializarse en temas de educación y crianza. Hace dos años puso en marcha el blog 'www.educa2.info' y ahora acaba de publicar un ensayo sobre la hiperpaternidad


Eva Millet (Barcelona, 1968) analiza el fenómeno de los hiperpadres en su nuevo libro 'Hiperpaternidad' (Plataforma Actual). / CRISTINA CALDERER
Hemos pasado de tener hijos mueble, a los que hacíamos poco caso, a tener hijos altar, a quienes veneramos. Una nueva generación de padres practica la hiperpaternidad, un modelo de crianza originario de EEUU, y propio de las clases medias y altas, que se caracteriza por la sobreprotección de unos hijos que se han convertido en el centro de las familias del siglo XXI. Así lo sostiene Eva Millet en su último libro.
¿Por qué los padres de ahora somos más protectores?
Una de las razones es demográfica. Si sólo tenemos 1,3 niños de promedio, este niño es el centro de atención y de la vida de sus padres. Y no les estamos haciendo ningún favor. ¡Claro que son superespeciales! Pero para ti, no para todo el mundo, y tienen que acostumbrarse a que no son el centro del Universo. Las familias antes eran más extensas y todos -abuelos, tíos, primos- participaban en tu educación. Ahora no, el modelo está blindado y no aceptamos comentarios ni críticas de la tribu. Además, tenemos a los hijos de mayores y importamos a la crianza las herramientas del trabajo. Y también hay una competencia brutal entre padres: los niños son ahora signo de estatus. Son una proyección de ti mismo y sus metas son las tuyas. Todo tiene que ser perfecto: la casa, el coche, los dientes y, también, el niño.
¿Cómo son los hiperpadres?
La hiperpaternidad se caracteriza por una atención excesiva a los niños y una perpetua supervisión. Los padres resuelven sistemáticamente los problemas a sus hijos y esto tiene consecuencias, porque los estás haciendo menos autónomos. Otra característica es justificarlos continuamente y estimularlos precozmente. Hay una tendencia a intentar que los niños lo hagan todo lo antes posible para que sean superniños, pero esto tiene dos derivadas. Estamos quitándoles a los niños lo más importante de la infancia, que es el tiempo para jugar, y no tienen tiempo para aburrirse, y del aburrimiento puede salir la creación. Está bien que hagan alguna actividad pero como máximo deberían tener tres tardes ocupadas, y ya me parece mucho.
"Estoy harta de hacer que la niñez de mi hijo sea mágica", decía la carta de una madre que se hizo viral.
Encontramos a padres inseguros porque hay sobreoferta de métodos y experiencias que el niño tiene que vivir, y esto supone un estrés añadido. Parece que no puedas quedarte en casa un fin de semana sin hacer nada, y los niños a veces también lo piden. Están hartos de tanta academia precoz y no debería ser así porque les matas las ganas de aprender y la curiosidad.
¿Cómo podemos saber si nos hemos convertido en hiperpadres?
Hay dos señales. Una, si no eres capaz de observar a tu hijo sin intervenir a la primera oportunidad. Y otra es cuando se habla en plural de los hijos: "Hoy tenemos un examen", "Hemos aprobado", "Hemos suspendido"...
Los hiperpadres también intervienen mucho en la escuela.
Está bien que los padres se impliquen en la escuela, que colaboren, pero cada uno tiene que saber cuáles son sus límites. El problema es que a menudo termina en enfrentamiento.
Elegir escuela provoca mucho estrés a los padres.
Y no debería ser así. Los niños deberían ir a la escuela del barrio. Pero existe la idea de que tienen que ir a la escuela perfecta donde hacen la última técnica pedagógica. Es un estrés. Los padres visitan 25 escuelas, hacen excels y luego no se fían de la escuela a la que lo acaban llevando.
¿Y qué niños estamos criando?
Estamos criando niños con una visión muy hinchada de sí mismos. Estamos criando niños L'Oréal: "Porque yo lo valgo". Pero por otro lado son niños muy débiles que nunca han aprendido a resolver sus problemas, porque nunca los has dado la oportunidad ni las herramientas y ante un pequeño problema se desmontan. Recuerdo el caso de una estudiante estadounidense en Barcelona que se quedó atrapada en el ascensor y en vez de tocar la alarma llamó a su madre a los Estados Unidos para que se lo resolviera. Están acostumbrados a que los padres les digan qué tienen que hacer. Al estar tan protegidos son inseguros y tienen muchos miedos: niños con miedo a dormir con la luz apagada, de tirar de la cadena, de comer cosas nuevas...
¿La crianza natural o maternidad intensiva puede ser un problema?
La maternidad se ha profesionalizado en el sentido de que hay mujeres que hacen de la maternidad su trabajo y se definen como full time mums. Se acaba enloqueciendo. El niño es tu referente pero tenemos que tener otras actividades en la vida.
¿Y cuál es el antídoto para revertir la hiperpaternidad?
El underparenting o sana desatención de los hijos. Como padres nuestro trabajo es estar pendientes de los hijos pero sin intervenir a la primera ni hacer un drama. Si la niña está desganada no quiere decir que tenga anorexia, y si un día no la dejan jugar al fútbol no esbullying. Pongo el ejemplo de la mochila: cuando el niño sale de la escuela no le tienes que llevar la mochila como si fueras su mayordomo. Si pesa, sácale un par de libros. Lo tienes que hacer responsable de sus cosas. Y también dejar de preguntarle todo: "Quieres dormir?", "¿Quieres comer?", "Quieres un Dalsy?"... Hay esta idea de que la familia es una institución democrática y no, la familia es una jerarquía: los padres arriba y los niños abajo. Todos participamos pero no le puedes preguntar a un niño de 3 años qué quiere para cenar.
Tareas productivas para las vacaciones de verano
Dos reputadas especialistas como Leslie Zackman, M.A. del Departamento de Educación de Nueva York y Amy Bobrow, Ph.D. del NYU Child Study Center nos proponen la siguiente serie de recomendaciones para ayudar a nuestros hijos en verano:
  • Averigüe si la escuela de su hijo tiene un programa de trabajo para el verano. Si es así, utilícelo para orientar y estructurar parte del tiempo de su hijo durante julio y agosto. En muchas escuelas, los maestros se reúnen y planifican actividades amenas de verano que estimulan a los estudiantes a prepararse para el siguiente grado. Estos trabajos luego se utilizan en septiembre para comenzar la labor del nuevo año escolar desde el primer día de clase.
  • Ayude a su hijo a organizarse para que no termine el trabajo deprisa los últimos días de vacaciones, pues se perdería de vista el verdadero propósito de las tareas asignadas durante el verano.
  • Intercambie información de contacto para estar comunicado con los compañeros de escuela. Los padres de niños pequeños son los encargados de promoverlo. Los más grandes deben recibir estímulo para encontrar la forma de mantenerse en contacto por teléfono, correo electrónico o carta, o visitando a sus compañeros.
  • Infórmese sobre los programas estivales de lectura poniéndose en contacto con los maestros de su hijo y las bibliotecas locales. A veces, estos programas incluyen recompensas, como libros gratuitos, a cambio de completar un registro que dé cuenta de que su hijo ha leído determinada cantidad de libros. Es una excelente manera de que los niños lean obras de sus autores favoritos o prueben material nuevo de lectura.
  • La experiencia de acampar por uno o más días da la oportunidad de ganar independencia, hacer nuevos amigos y dedicarse a lo que a uno le gusta. Si su hijo se va de campamento por algunos días, asegúrese de que empaque su material de lectura favorito y elementos para escribir con las direcciones correspondientes.
  • Pídale a su hijo que elabore un informe oral (o escrito si lo desea) sobre lo sucedido para la charla a la hora de la cena. Elija un artículo de diario o una noticia de la televisión, la radio o Internet y dispóngase para intercambiar información y opiniones. A veces, los más grandes prefieren cubrir un determinado tema durante algunos días. Es probable que los niños más pequeños compartan las novedades sobre el programa escolar del verano o el campamento.
  • Pídale a su hijo que prepare una de las tantas listas, notas o tarjetas necesarias en cualquier familia organizada. ¿Por qué no hacer la lista de ingredientes para una comida familiar especial o para ir al supermercado, o redactar las notas para acordarse de ir a la lavandería o enviar una tarjeta de cumpleaños a la abuela?
  • La televisión y el cine son un excelente entretenimiento, siempre bajo su supervisión. Entable una charla con su hijo acerca de los programas de televisión y las películas que ve solo, con sus amigos o que ven juntos.
  • Las compras en el supermercado y demás quehaceres familiares no cesan durante el verano. Su hijo podría involucrarse más o hacerse cargo de estas tareas. Según la edad del niño, su hijo puede ayudarlo a buscar los productos en el supermercado, a preparar la lista de lo que hay que comprar o hacer, a hacer el cálculo mental aproximado de cuánto le queda para gastar y cuánto recibirá de vueltas.
  • Déle participación al planear una salida familiar o las vacaciones. Si va al cine, permítale que calcule o lo ayude a calcular cuánto gastará en las entradas y refrigerios; que consulte la cartelera o llame para averiguar el horario de la película; que decida con cuánto tiempo de anticipación debe salir para llegar en horario; etc. Las vacaciones familiares podrían requerir su ayuda para decidir a dónde ir, dónde pernoctar, cómo llegar y obtener información. Los viajes de un día o las vacaciones largas son además una excelente oportunidad para iniciar o ampliar una colección, organizar su exposición y averiguar qué se puede coleccionar obteniendo información a través de libros, Internet y de expertos.
  • Puede llevarse un registro de las vacaciones fuera de casa, sean cortas o largas, juntando recuerdos o folletos, sacando fotos y escribiendo tarjetas postales. Vale la pena ocuparse de escribir las leyendas al pie de las fotos, organizar una muestra de diapositivas o un álbum de recortes de la familia.
  • Cerciórese de que haya material de lectura en su casa durante el verano. Además de libros, ofrézcale revistas y diarios interesantes, adecuados para su edad, y permítale acceder a Internet siempre bajo su supervisión.

Mejorar en las materias clave: lengua y matemáticas

También podemos aprovechar ese tiempo, especialmente en los primeros cursos de educación primaria para reforzar las materias esenciales, pilares de cualquier futuro aprendizaje: lenguaje y matemáticas y que nuestros hijos puedan comenzar el nuevo curso con confianza y estar entre los mejores de su clase.
Consejos y pautas para conseguirlo:
  • Es importante dedicar casi todos los días (las excepciones son buenas, pero deben ser eso, excepciones) un breve período de tiempo a trabajar la lectura, la escritura y las matemáticas.
  • El tiempo irá desde los 30′ en los más pequeños hasta los 60′-80′ en los alumnos de Educación Secundaria.
  • Para los más pequeños se dedicarán unos 10′ a la lectura, unos 10′ a la escritura y unos 10′ al trabajo de matemáticas.
  • Ese tiempo se irá ampliando a medida que crecen y orientando la escritura desde los copiados y los dictados hacia una escritura cada vez más creativa.
  • El trabajo de matemáticas debe estar muy bien secuenciado y planificado, lo que permitirá al alumno reforzar e incluso superar los niveles de cada curso académico.
  • La lectura pasará de la lectura en voz alta con incidencia en la buena pronunciación hacia la lectura comprensiva en voz baja y alternando con los mayores con la lectura recreativa.

Conclusiones

  • Las vacaciones de verano suponen una magnífica oportunidad para que nuestros hijos refuercen sus aprendizajes y hábitos de estudio y trabajo.
  • Podemos aprovechar las actividades veraniegas para ello aplicando la serie de estrategias sencillas que hemos visto más arriba.
  • Es importante trabajar en lenguaje y matemáticas tanto para afianzar lo aprendido como incluso para avanzar y superar uno o dos niveles.
CONSEJOS DE LECTURA PARA PADRES